Roby Schindler: “La judeofobia es el odio más viejo del mundo”

13/Nov/2023

Entre el 7 y el 9 de noviembre, se desarrolló en Montevideo el III Foro de Latinoamérca e Israel organizado por el Movimiento de Lucha contra el Antisemitismo (CAM). En la apertura del evento, el Presidente del CCIU, Roby Schindler, hizo uso de la palabra. Dejamos a continuación sus expresiones.

Mi nombre es Roby Schindler y tengo el enorme privilegio de presidir al Comité Central Israelita del Uruguay.

El Comité Central, creado en el año 1941, es la institución paraguas, debajo de la cual conviven todas las instituciones judías del país.

En un principio el Comité Central fue creado para dar ayuda y apoyo a los inmigrantes judíos que escapaban de los horrores de la guerra y la persecución. Luego su principal objetivo fue y sigue siendo asegurar una vida judía libre y digna en el Uruguay. Además, el Comité Central representa a la colectividad judía frente a la sociedad civil y al espectro político. También trabajamos contra el antisemitismo y toda otra forma de discrminación y desde 1948, cuando se crea el Estado de Israel, defendemos su derecho a existir.

Bajo el paraguas del Comité Central conviven una cantidad de instituciones jugia que abarcan los más diversos fines, desde educación en los tres niveles de enseñanza, movimientos juveniles que se ocupan de la educación no formal, sinagogas de las más diversas corrientes religiosas, instituciones de ayuda comunitaria a la población vulnerable judía y no judía, un hogar que alberga a los adultos mayores que es ejemplo en América Latina, un Centro Recordatorio de la Shoá, un club deportivo, un cementerio y mucho más…

Hace 90 años mis abuelos polacos tuvieron que escapar de Polonia, por ser judíos.

Hace 85 años mis abuelos alemanes tuvieron que escapra de Alemania, por ser judíos.

Esas dos familias no pudieron elegir muchos destinos adonde escapar, porque la mayoría de los destinos que hubieran elegido no aceptaban recibir judíos.

Finalmente, llegaron a Uruguay.

Este país le abrió sus puertas no sólo a judíos que escapaban del horror de la persecución y la guerra.

También extendió sus brazos a españoles, italianos, armenios, africanos y más recientemente a centroamericanos.

Esa diversidad fue la que permitió crear una sociedad respetuosa, educada, basada en valores republicanos.

A lo largo de más de un siglo, la colectividad judía, que en casi su totalidad llegó al país sin idioma y con una mano atrás y otra adelante, ha logrado ser parte de la cultura, la política, la academia, el arte, el comercio y el deporte uruguayo, incorporándose al entramado social, sin perder nuestra propia identidad, lo que nos hace estar profundamente agradecidos y orgullosos de ser uruguayos y judíos.

Yo nací acá, estudié acá, trabajé y formé una hermosa familia. También tengo la dicha que mis hijos estudiaron, se formaron y crearon sus propias familias aquí en Uruguay.

¿Qué mayor bendición podría desear yo?

Además de presidir el Comité Central Israelita del Uruguay, soy miembro de .a Comisión Honoraria contra el Racismo, la Xenofobia y toda otra forma de Discriminación, comisión creada por ley en el año 2004. También integro la Confraternidad Judeo Cristiana del Uruguay.

Luego de muchos años trabajando contra el racismo, aprendí que el valor de la palabra puede ser más fuerte y causar más daño aun, que las armas.

Los discursos de odio que incitan a la violencia, son las peores armas contra la que nos enfrentamos diariamente.

Muchas veces en forma inconsciente, pero en ocasiones en forma alevosa, quienes dirigen discursos de odio, creen que están apenas exponiendo sus ideas, y no se dan cuenta que de esa forma alientan reacciones que terminan causando el peor desenlace.

Hace apenas siete años, en el interior de este bendito país, en la ciudad de Paysandú, un maestro de escuela convertido al Islam, acabó matando a un señor de bien, padre de una maravillosa familia, al grito de “Alá es grande”, por el solo hecho de ser judía, vaya uno a saber quien se lo fomentó…

La justicia uruguaya, sin embargo, lo consideró inimputable.

Para que eso no vuelva a ocurrir, necesitamos leyes que nos protejan y juristas que se animen a usarlas.

La judeofobia, esto es, el odio al judío, no es algo nuevo. Es seguramente el odio al “otro” más viejo del mundo. Es un virus discriminatorio que va mutando a medida que su veneno se desenmascara.

Desde el deicidio hasta el sionismo, y a lo largo de más de 2000 años de historia, el odio al judío ha cambiado de nombre, pero no de objetivo y yo me pregunto:

¿Si algún día no hubiera más judíos en el mundo, que pasaría?

¿Se terminaría el odio en el mundo?

Sin duda que no.

Dentro de dos días se conmemorará un nuevo aniversario de la Noche de los Cristales Rotos, antesala de lo que fue la Shoá, la peor masacre perpetrada por el hombre contra su propia especie.

85 años han pasado y parecería que el mundo no aprendió nada, cuando vemos la ola de antisemitismo que se despertó en las principales capitales del mundo, en las universidades más renombradas y hasta en las calles de mi querido Montevideo.

Desde hace exactamente un mes, siento un dolor seco, una sensación de vacío interior, que no consigo calmar.

No importa la cantidad de años que yo tenga trabajando contra el racismo y la discriminación, nunca me preparé para ser testigo del ataque barbárico que llevó a cabo el grupo terrorista Hamás contra civiles inocentes, ni para ser testigo de la dolorosa doble moral, que algunos de mis compatriotas están demostrando.

Es que al día de hoy, hay más de 240 personas con nombre y apellido que permanecen secuestradas, quien sabe dónde, y en qué condiciones.

Y sin embargo, la indiferencia nos invade.

Como dijo Elie Wiesel, de bendita memoria, lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia.

No miremos para el costado.

Aun tenemos mucho por hacer.

Am Israel Jai!!!!

Muchas gracias